Salió de Cuba siendo un carajito y hoy cuida el legado de la artista: el albacea comparte su historia en una entrevista con Diario Libre.
"Cuando Celia reía, reía el mundo." Así lo resume Omer Pardillo-Cid, el último manager y albacea del legado de Celia Cruz, capturando la esencia humana de esa artista que trascendió tarimas y se convirtió en un símbolo eterno de la cultura latinoamericana.
Pardillo-Cid estuvo hace poco en República Dominicana como parte de las celebraciones del centenario del nacimiento de la Reina de la Salsa, con la presentación del musical "Celia, el Musical" en el Teatro Nacional, con un elenco dominicano liderado por la actriz y cantante cubana Lucrecia.
El homenaje en Santo Domingo fue más que un show: fue una reafirmación de que el legado de Celia Cruz no solo sigue vivo, sino que se fortalece con el tiempo.
"Celia convirtió su vida en un carnaval y la siguen bailando, la siguen queriendo y respetando en todos los lugares del mundo", dijo Pardillo-Cid en una entrevista exclusiva.
Para Omer Pardillo-Cid, Celia fue mucho más que una artista. Fue su mentora, su familia, su escuela de vida.
"Estar al lado de ella fue una bendición. Aprendí de todo: puntualidad, lealtad, humildad. Celia respetaba a todos y era extremadamente profesional. Si tú citabas a Celia a las 10:00 a.m., a las 9:48 ella ya estaba allí, impecable", recuerda.
En tiempos en que las redes sociales no existían y los artistas tenían que ganarse cada escenario a base de giras interminables, Celia fue pionera en muchas estrategias que hoy son comunes.
Ella supo adaptarse a los tiempos, hizo colaboraciones con artistas de distintos géneros y países, organizó bandas en diferentes lugares del mundo para facilitar sus conciertos y se abrió paso con inteligencia y estrategia en un mercado complicado, especialmente para una mujer afrodescendiente exiliada.
Comparando la música de hoy con la de figuras como Celia, Johnny Ventura o Juan Luis Guerra, Pardillo-Cid afirma que hay una diferencia clave:
Aunque reconoce que la música urbana domina el panorama actual y celebra la creatividad de las nuevas generaciones, insiste en que el talento auténtico "nace, no se fabrica", y que solo la música que toca el alma perdura.
La historia personal de Omer Pardillo-Cid también es pa' contarla. Nacido en Vertientes, un pueblito en Camagüey, Cuba, emigró con su familia a los 10 años y llegó a Nueva York a los 17.
De ahí, su camino fue un ejemplo de perseverancia: comenzó como pasante en RMM Records, donde conoció formalmente a Celia Cruz, con quien había coincidido años antes gracias a una amistad familiar.
Poco a poco fue ganando su confianza y escalando posiciones: asistente de publicista, publicista, tour manager, hasta convertirse en su mánager en los últimos años de vida de la artista.
"Celia me dio mi valor delante de grandes empresarios que no querían hacer negocios conmigo por ser muy joven. Ella les decía: ´Si no haces negocio con él, no haces negocio conmigo´. Eso marcó mi vida", relata emocionado.
El día de su muerte, Omer no solo perdió a su artista, sino a una figura materna, una guía. "Tuve que manejar todo, desde anunciar su muerte hasta planear su velorio. Fue muy duro. Pero Dios me dio la fuerza", confiesa.
La despedida de Celia fue tan monumental como su vida. Sus restos fueron velados en Miami y Nueva York, donde miles de personas salieron a las calles para rendirle tributo.
República Dominicana tiene un lugar muy especial en la historia de Celia Cruz. Desde los años 50, cuando comenzó a visitar el país, formó lazos inquebrantables con artistas como Johnny Ventura, Milly Quezada, José Alberto "El Canario", y la legendaria Casandra Damirón.
Su música siempre ha estado presente en el corazón de los dominicanos, y según las estadísticas de plataformas como Spotify, República Dominicana sigue siendo uno de los países donde más se escucha a la Reina de la Salsa.
En este marco, la reciente presentación del musical "Celia, el Musical" se convirtió en un momento histórico. La puesta en escena no solo retrata la vida artística de Celia, sino también su exilio, sus luchas, su grandeza humana.
Con música en vivo, bailarines dominicanos, y actuaciones memorables —en especial la de la actriz dominicana Lidia Ariza, quien encarnó a Celia en su etapa final—, el espectáculo conmovió al público y superó todas las expectativas.
"Celia elige a las personas, incluso después de muerta. Ella sigue dirigiendo todo", afirma Pardillo-Cid.
Hoy, Celia Cruz es la primera artista latina en tener una moneda conmemorativa en Estados Unidos. Sus redes sociales tienen millones de seguidores, sus canciones siguen sonando en todo el mundo, y su imagen es símbolo de empoderamiento, orgullo afrodescendiente y resistencia cultural.
Omer Pardillo-Cid y su equipo han trabajado incansablemente para mantener vivo ese legado. "Todo está digitalizado, clasificado por país, por etapa, por historia. Tenemos una estrategia como si Celia estuviera viva. La manejamos como una artista activa, y por eso su legado sigue más fuerte que nunca."
A los jóvenes, Pardillo-Cid les deja un mensaje claro: "Celia fue una mujer adelantada a su tiempo, un ícono musical, cultural y de identidad. No se trata de imitarla, sino de aprender de ella. Estudien su carrera, escuchen su música, sientan su alegría. Cuando tú estás triste y pones una canción de Celia, tu energía cambia. Ese es su verdadero poder."
Porque Celia Cruz no murió. Celia vive. Y su música seguirá siendo, por siempre, un carnaval.
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