Mira, en el barrio, la vaina es así: La producción que va a tener a Dania Ramírez y Alexander Ludwig, el que salió en "Vikings", quiere darle valor a la herencia taína pero desde un punto de vista moderno. Gracias a los beneficios de la ley 108-10, el cine en RD está cogiendo vuelo, no solo por la plata -que el año pasado se metieron RD$1,056 millones, mayormente por permisos de filmación-, sino porque las películas están poniéndose más creativas y exigentes.
Películas como Pepe, la bachata de Biónico y Sugar Island, y también documentales como Kacimiro y Caguama, han sido aplaudidas fuera del país. En este meneo, el director dominicano, Francis Disla Ferreira, que le dicen El Indio, junto con su corillo de Aldea Estudio, se lanzó con un proyectazo: hicieron desde cero una cueva taína para su nueva película, Xiguapa, que mezcla terror con cosas culturales e históricas de aquí.
"Después de una serie de películas que hemos dirigido o producido, decidimos hacer esta cinta que estaba escrita después de El hoyo del diablo (su primera película de terror); quisimos retomarla, impregnarla y llenarla de esta filosofía y de estos temas taínos", dijo Disla. Para él, Xiguapa es "una oda a ese cine de terror de los 80, estilo The Predator y Aliens, pero con esta nueva dinámica del cine postmoderno, que es filosofía, tema y una narratología un poco abrupta y diferente".
La historia trae a Xiguapa, un espíritu antiguo que despierta cuando unos narcos y militares se meten con el santuario de Cacibajagua, conocido como "el ojo de la bestia", y se arma un lío por sobrevivir. La película, que es una coproducción con Estados Unidos, tendrá actores de aquí y de allá, como Dania Ramírez y Alexander Ludwig. "Es un elenco internacional; yo creo que será el elenco más grande que tendremos en una película dominicana. Estamos apostando mucho a que la película pueda funcionar en otros mercados".
Aunque juntar acción, terror y mitología suena atrevido, Disla lo defiende: "El cine postmoderno anda buscando este tipo de historias, entonces ¿por qué no mezclar esta historia de los 80 con esta filosofía indigenista y esta mirada revolucionaria del terror?". Para contar bien la historia, construyeron la cueva taína desde cero. "Quería contarlo desde nuestra propia mirada, y hacerlo desde el punto de vista del terror", comentó, resaltando que es una reivindicación cultural, porque siempre se ha hablado de "descubrimiento", cuando en realidad "fue exterminio, una masacre, un genocidio".
Antes de arrancar con esto, Disla hizo una investigación bien profunda, entrevistándose con historiadores dominicanos. "Fuimos dando pasos hasta que pudimos crear un marco teórico bien fundamentado sobre la idiosincrasia taína, y a partir de ahí empezamos a mezclar los géneros y a construir todo el mundo que rodea a los taínos, a los araguapos, a los indígenas".
Para él, estas historias con un proceso investigativo tan profundo "aporta mucho al cine dominicano", porque "nos arriesgamos a contar nuestras raíces, que a veces creemos que no son lo suficientemente importantes o interesantes para el público popular". Así acercan temas propios al gran público. "Hay que comprometerse, hay que contar cosas que puedan agregar valor al cine dominicano, y aquí estamos tratando de crear historias que sean trascendentales".
Nacido y criado en Capotillo, Distrito Nacional, Francis se declara loco por la producción y la dirección. "En ese barrio fundé la compañía de renta de luces y cámaras, que se llama Imakono, y grabábamos cumpleaños; ese era mi trabajo hasta 2004", recuerda. "Luego empecé a hacer videoclips, documentales, infomerciales y comerciales, y posteriormente llegaron películas como Enigmas y El sistema, además de una serie de televisión. En 2009 llegaron proyectos más grandes: produje La lucha de Ana, dirigida por Vladimir Abud, y luego El hoyo del diablo, que dirigí yo. Una de terror y otra de drama". A partir de ahí surgieron muchos más proyectos, entre ellos las comedias Un lío en dólares, Dos policías en apuro, El fantasma de mi novia, Súper bomberos, Fábrica de bodas, entre otras.
En 2019 fundó Aldea Estudio, con la que ha hecho varias coproducciones internacionales en inglés y español; July 7 fue una de ellas. Para esta producción ambiciosa, Aldea Estudio ha montado más de siete sets especializados en sus instalaciones principales. Lo más impactante es una cueva taína monumental: 152 pies de largo, 90 de ancho y 24 de alto, inspirada en la cosmovisión taína y el concepto sagrado de "Cacibajagua". Su diseño incluyó investigación arqueológica, consultas con expertos, y un trabajo artesanal detallado en texturas, iluminación y sonido, buscando una experiencia de cine auténtica y envolvente.
Sobre el simbolismo que tiene la película, Disla dice: "Queremos resaltar la herencia cultural de los taínos y mostrar, de forma simbólica, cómo fueron colonizados y exterminados los pueblos originarios de Quisqueya. A través del terror y la ficción, también estamos haciendo una denuncia histórica". Para él y su equipo era clave representar visual y narrativamente los elementos que forman parte del legado espiritual, ritual y social de la cultura taína. Por eso, cada detalle —desde las pinturas rupestres hasta las ofrendas ceremoniales en la cueva— fue pensado como una herramienta de memoria e identidad.
Según Disla, la ley de cine tiene que verse por sus beneficios claros: "Hemos llegado a los festivales más importantes a nivel internacional, realizamos 20 películas por año: cinco comedias que atraen público, cinco documentales en plataformas digitales, y también películas que ganan festivales a nivel mundial. Somos una biodiversidad de proyectos, muy eclécticos". Y él lo resume: "Sin la ley de cine no se habría podido hacer una película como esta; sería imposible sin la ley".
Con Xiguapa, Francis Disla y su equipo quieren ir más allá del entretenimiento: proponen una reflexión visual y narrativa sobre el pasado indígena, su invisibilización y su poder simbólico. Es un gesto que combina riesgo artístico, compromiso cultural y una mirada al futuro del cine dominicano, uno que se atreve a mirar sus raíces para crear nuevas formas de contar historias.
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