En Yamasá, Ana Rodríguez fundó "Las Productivas", una cooperativa de mujeres que se dedica a hacer productos del cacao. Durante un conversatorio, donde hasta la reina de España estuvo presente, Ana compartió su historia de lucha y éxito.
Al principio, a Ana no le gustaba trabajar con cacao. "Anteriormente yo veía la producción de cacao como un trabajo", dice. "Tengo que ir a ayudar con el cacao... Otra vez...", eso pensaba antes. Pero todo cambió después de un huracán.
El 22 de septiembre del 98, el huracán Georges se llevó la vida de 283 dominicanos y causó pérdidas de 2,193 millones de dólares. Los vientos destruyeron muchos cultivos, incluido el cacao. "Nos unimos para sobrevivir, pero con el tiempo descubrimos nuestro verdadero potencial", afirma Ana Rodríguez.
Yamasá, en Monte Plata, es clave para muchos que consumen chocolate en Europa. Su nombre indígena significa tierra mojada, ideal para el cacao. Por eso, Yamasá es el principal productor de cacao orgánico que exportan a Europa. Esta tradición pasa de generación en generación. "Me motivó que mis abuelos y mi madre son productores de cacao. Soy producto de un relevo generacional", dice Ana a Diario Libre.
Su casa está rodeada de árboles de cacao. "¡Cuando me despierto veo cacao, cuando miro por la ventana veo cacao, cuando salgo a la calle veo cacao!", exclama. Para Ana, el cacao es su modo de vida. Además de ser maestra, tiene dos proyectos con el cacao.
El primero es "Las Productivas", una cooperativa de mujeres que hacen productos de cacao artesanalmente. "Hacemos mermelada de cacao, granos caramelizados, granos amargos, nibs, licor y manteca de cacao", dice Ana. En 2023, vendieron productos por 409,150 pesos y de enero a septiembre de 2024, vendieron 109,200 pesos.
Pero Ana no solo produce. También tiene un proyecto de concienciación sobre el cacao. "Tenemos un proyecto de ecoturismo, que es una ruta donde se aprecia todo lo relacionado con la producción del cacao". En esta ruta, se muestra cada paso del proceso del cacao de Yamasá. "Desde la recepción de los granos frescos y el delicado proceso de fermentación hasta el secado, donde los granos están listos para la exportación". Las rutas son de 8 a.m. a 4 p.m. y cuestan 1,200 pesos, permitiendo que turistas y dominicanos conozcan el trabajo detrás de una tableta de chocolate.
Todo comienza con los granos que crecen en los árboles, que necesitan mucha agua. Ana y los demás siempre están atentos, ya que no todos los granos maduran al mismo tiempo. En esta fase hay que tener cuidado, pues el cacao tiene dos grandes enemigos: las ratas y los pájaros. "Los carpinteros hacen agujeritos en las mazorcas para que crezcan larvas y comerlas. A los ratones les gusta mucho lo dulce del mucílago del cacao (lo que recubre las semillas), que es dulce. Entonces, ellos vienen y hacen un oyo en la mazorca", explica Ana.
Cuando los granos están maduros, se cortan y se llevan a fermentar. "La fermentación dura unos seis o cinco días, dependiendo de las condiciones climáticas". Las semillas se ponen en cajas de madera para que las bacterias y levaduras cambien su estructura y les den otro sabor y textura. Después, se secan bajo carpas blancas. "El secado es una parte fundamental. De la fermentación salen con un 56 % de humedad y para poder almacenarlo debemos reducir esa humedad a un 7 % para que no continúen fermentándose y se dañen". Los granos se ponen en plataformas bajo un techo de plástico blanco, "para que el caliente penetre en los granos y así conseguir que el sol no les dé directamente, tostándolos y que la almendra quede verde", finaliza Ana.
Cuando están listos, los granos se llevan a "Las cooperativas", donde se convierten en mermelada, licor y otros productos. El 15 de enero, Ana Rodríguez estuvo junto a la Reina de España en un evento de la Fundación Microfinanzas del banco español BBVA (FMBBVA) llamado 'Semillas para un futuro sostenible', donde se valoró el papel del cacao y las pymes en la lucha contra la pobreza y en la creación de empleo y oportunidades en países como República Dominicana, Colombia o Panamá.
Ana compartió su inspiradora historia de resiliencia y éxito en el conversatorio "Emprendimiento y cacao". "Yo soy clienta del banco Adopem, que trabaja conjuntamente con la FMBBVA, y estoy muy agradecida, fue indescriptible y muy valioso", concluye Ana.
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