Rebeca Argudo, columnas pa' leer con un cafecito y sin "consignas"

Rebeca Argudo es una dura con la pluma, tigueraza del periodismo y de las columnas, aunque no le gusta mucho que la encasillen. Si tú le preguntas a qué se dedica, ella te va a decir que "junta letras y escribe cositas".

Ella mete mano escribiendo como si estuviera compartiendo un cafecito con los panas, bien chévere y en confianza. Habla de política y cultura con una chispa que a veces se disfraza de relajo.

Estudió periodismo porque siempre le llamaron la atención los cuentos: tanto contarlos como escucharlos. Pero, mientras más leía, más le entraban las dudas; sentía que tal vez no daba el ancho en esa vuelta.

Se alejó un rato de los escritos y se metió a la fotografía, buscando otra forma de expresarse sin tanto complejo. Hasta que, sin darse mucha cuenta, volvió al ruedo escribiendo una columna de opinión.

Argudo siempre está al día con los periódicos, no solo por su trabajo, sino porque le gusta.

A menudo se daba cuenta de que muchos artículos estaban escritos con pique, cansancio o un aire de superioridad. Y si algo ha tenido claro desde el principio, es que no quería caer en esa. Ella entiende que las ideas llegan mejor —y se gozan más— cuando se transmiten con humor.

Rebeca siempre relaja diciendo que está a dos columnas de decepcionar a sus lectores, porque no se va a los extremos. A ella le interesan las ideas, no los clichés. Siempre está revisando lo que piensa y trata de estar al tanto de esos sesgos que vemos fácil en los otros pero que nos cuesta aceptar en nosotros mismos.

Para ella, lo importante no es pensar igual, sino saber convivir con las diferencias. Le preocupa —y con razón— que estar en desacuerdo sea un drama, como si tener un punto de vista diferente fuera rendirse ante el enemigo, cuando no estar de acuerdo debería ser lo más normal del mundo.

En estos tiempos donde to’ el mundo está pa’l grito y el aplauso fácil, Argudo prefiere el detalle. Escribe con libertad, sin bulto ni consignas. Tiene esa habilidad rara de hablar de cualquier tema con ingenio, sentido crítico y una dosis justa de humor.

Lo de ella no es imponer, sino abrir la conversación... y, de paso, sacarnos una sonrisa.

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