"Muchacho' que 'jartan' de romo ta' más pa' allá que pa' acá con el ACV"

En el patio, se está viendo que en Dominicana se dan más de 20 mil ACV al año. Aunque aquí no hay un sistema bien preciso de estadísticas, se dice que en el país se producen entre 21 mil y 22 mil accidentes cerebrovasculares cada año.

Luis Suazo, que es el que manda en la unidad de angiografía cerebral y neurocirugía en Cedimat, soltó esta información y dijo que ya se están viendo más casos en los jóvenes, sobre todo en los que le dan mucho al alcohol. “Estamos viendo recientemente muchos pacientes que tienen miocardiopatías desgastadas por alcohol, es decir, jóvenes que consumen mucho alcohol, eso lleva a que el corazón se agrande y se produzca una disminución en la calidad de la contracción del corazón”, explicó el doctor.

Suazo dijo que esta situación “preocupa mucho” y que cuando el corazón no late bien, “puede pasar que en una de las cavidades se acumule restos de sangre, sangre coagulada”, lo que puede provocar un ACV.

El especialista explicó que un ACV es una cosa que pasa de repente, cuando una arteria se tapa o se rompe, dejando secuelas en el cerebro. Hay dos tipos de ACV: el isquémico o trombótico, cuando la arteria se tapa, y el hemorrágico, cuando la arteria se rompe y sangra.

“El país, por las condiciones étnicas, alimentarias, socioeconómicas, tiene una tasa relativamente alta de accidentes cerebrovasculares. Se calcula que, aproximadamente, se producen entre 21 y 22 mil casos anuales”, resaltó el doctor. “La mayoría de carácter isquémico. La arteria se tapa o un coágulo desde el corazón o la carótida migra hacia el cerebro, produciendo la denominada embolia cerebral”, añadió.

El doctor Suazo insistió en que los sistemas de salud deben enfocarse en educar a la gente para que puedan reconocer rápido los signos de un ACV y vayan corriendo a un centro de salud para que esa arteria pueda ser destapada y así minimizar las secuelas.

El método más efectivo es el “BE FAST” o “Sé rápido”. La “B” es de balance; la “E” es eye (ojo); la “F” por face (cara); la A de arm (brazo); la “S” de speech (lenguaje) y la “T” del tiempo pasado desde que ocurrió el evento cerebral.

Suazo explicó que se buscan “alteraciones en el balance y equilibrio del cuerpo, visión borrosa y que se mantenga, asimetría en la cara o calambre inusual en el rostro, sentimiento de que se le va de lado, pérdida de fuerza o adormecimiento en el brazo o una pierna, trastorno del lenguaje, que el paciente no pueda expresarse o no se le entienda lo que dice”.

Si no se revasculariza el cerebro de una vez, se pierden millones de fibras. Para confirmar el diagnóstico, se hace una tomografía al paciente para ver si es isquémico o hemorrágico, junto a otros exámenes clínicos.

“Las maniobras mientras más rápido, más efectivas y más prudentes. El tiempo es fundamental”, detalló el neurocirujano. Si el paciente llega dentro de las primeras tres a cuatro horas, se le aplica un trombolítico que va al coágulo y lo disuelve. Si llega en las primeras 24 horas, se le hace una trombectomía, cateterismo y se aspira el coágulo, llevando sangre fresca a la zona afectada o se le pone un stent.

El doctor Suazo es parte de la Misión Trombectomía 2020+, un programa que busca equipar y dar acceso a pacientes con ACV en todo el mundo, entrenando a neurólogos y enfermeras para que los afectados tengan el mismo acceso a atención médica en cualquier parte del mundo.

El doctor reconoce que estos procedimientos son caros, pero “suelen estar cubiertos en los planes de salud”. El problema es “la velocidad de respuesta del seguro, que muchas veces no es tan ágil como se necesitaría”. “Si no se hace la revascularización, el costo del tratamiento y del internamiento es mayor”, destacó. La recuperación funcional a 90 días es mejor si se interviene rápido.

Por su parte, el neurocirujano José Joaquín Puello dice que los ACV “han aumentado exponencialmente” después de la llegada del coronavirus al país. “El virus ataca las redes neuronales. Entra por la nariz, por el nervio olfatorio llega al cerebro, es el primer órgano que toca. De ahí el virus se traslada al resto del cuerpo, afectando los pulmones, corazón, riñones o intestinos”, explicó, siendo también el presidente de la Ciudad Sanitaria Luis Eduardo Aybar.

Según él, en los próximos años, los médicos seguirán viendo cuadros asociados a secuelas del COVID-19. “El Covid ya no es Covid, es una enfermedad de la microcirculación con microembolismo y es una microangiopatía, se llama enfermedad del endotelio”, agregó. “Nos han aumentado mucho los accidentes cerebrovasculares”, reiteró, aunque no dio porcentajes.

El doctor llamó a seguir vacunándose contra el virus Sars-COV-2.

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