Mercao en la frontera de Dajabón ta entre "basura, moscas y el temor a una epidemia"

El mercado de Dajabón siempre ha sido un sitio clave pa' la economía y la cultura de la frontera, pero ahora mismo parece más un sitio abandonado. A las 5:00 de la mañana, cuando todavía el sereno está en las calles y el sol apenas va saliendo, María se levanta con sus pies descalzos en el suelo mojado del mercado.

Por ahí, la basura se acumula, las moscas hacen fiesta y las ratas se pasean entre los sacos de víveres. El mal olor es insoportable. Ana, que ya tiene 58 años y lleva vendiendo plátanos veinte años, dice que ha pasado casi toda su vida en medio del comercio aquí. Pero ahora, como muchos otros, siente que está entre el hambre y el miedo de enfermarse. "Esto no es vida. Aquí uno no sabe si está trabajando o jugando a la ruleta rusa con la salud", dice mientras espanta las moscas de su mercancía.

El mercado de Dajabón, que siempre fue un símbolo del intercambio entre República Dominicana y Haití, ahora parece más un campo dejado a su suerte. La basura se amontona y los zafacones que deberían haber no existen, formando vertederos en los pasillos. Las lluvias de estos días han empeorado todo: el agua estancada es un criadero de enfermedades como el dengue, leptospirosis y diarreas.

La gente que vive cerca también está cansada. "Los olores se meten en las casas, las moscas se posan sobre la comida y los niños viven con fiebre cada semana", dice doña Teresa, madre de tres, que vive cerquita del mercado. "Estamos rodeados de enfermedades y nadie hace nada".

Aunque la gente se queja, las autoridades brillan por su ausencia. No se ve ninguna intervención del ayuntamiento pa' mantener la limpieza o la infraestructura básica, y eso tiene a todos preocupados de que una epidemia esté a la vuelta de la esquina. "Aquí no hace falta un médico para saber que esto puede terminar mal", comenta un motoconcho que cruza el mercado todos los días con pasajeros.

Los más perjudicados son los que venden comida, como los plataneros, que ven cómo sus ventas bajan por el desastre ambiental. "Los clientes se van. Dicen que no pueden comprar donde hay tantas ratas y basura. ¿Y quién los culpa?", dice Juan, otro vendedor.

En medio de todo esto, la dignidad humana parece enterrada bajo la basura. La gente que mantiene viva la economía de este mercado lo hace a un costo muy alto, tanto físico como emocional. Las malas condiciones no solo afectan la imagen del comercio, sino que también violan los derechos de quienes dependen de esto pa' vivir.

La situación requiere acción, y rápido. Los vendedores necesitan un plan de limpieza serio, con zafacones adecuados, jornadas de limpieza constantes y, sobre todo, voluntad política pa' devolverle la dignidad a este lugar tan importante pa' Dajabón y toda la región fronteriza.

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