Los tigres de aquí están valorando el legado de Mario Vargas Llosa, ese monstruo de la literatura que ya no está con nosotros. En 2023, el tipo se hizo dominicano de pura cepa.
La República Dominicana fue como el patio de su casa pa' Vargas Llosa. El hombre se inspiró con nuestras calles, nuestra historia, y sobre todo, con ese mar azulito del Caribe. Escribió "La Fiesta del Chivo", que salió en el 2000, y trata sobre el lío con Trujillo y todo lo que pasó después. En esa novela, Vargas Llosa se fue en una con la dictadura de los 50 y lo que significó pa' la isla y su gente.
"Escribir La Fiesta del Chivo (que está basada en la dictadura de Trujillo) fue una maravilla. Había que explorar una historia con las historias y los mitos. Si algo aprendí escribiendo fue admirar a ese pueblo después de vivir esa experiencia tan terrible. Mi gratitud a todos los dominicanos que apoyaron", dijo el hombre en 2016 cuando le dieron un premio en la Feria del Libro por su aporte a nuestra cultura.
El pana describía los lugares y las vainas culturales como si fuera de aquí. Y es que, en verdad, lo era. El presidente Luis Abinader le dio la nacionalidad dominicana el 31 de mayo de 2023 en una ceremonia en el Palacio Nacional.
"Mario fue una de las cumbres de la literatura universal, con títulos inolvidables que forman parte de nuestro ADN cultural, porque estuvimos leyéndolos desde nuestra adolescencia hasta hace apenas poco más de un año. Como era dominicano por adopción, debemos corresponderle con nuestro tributo de cariño, de admiración y respeto, esperando que la tierra le sea leve", dijo José Rafael Lantigua hablando de su trayectoria.
El hombre dijo también: "Quiero mucho a este país. Sigo, en la medida de lo posible, lo que acontece. Este era uno de los pocos países de América Latina que progresaba. Crecía su libertad, sus instituciones y el ejercicio de la libertad se fortalecía. Mi relación con la República Dominicana es tropical, del que no está exonerado ejercer la crítica".
Vargas Llosa, que se fue el domingo 13 de abril en Perú, siempre estuvo pegado a la isla. Su partida dejó a los escritores criollos bien tristes, muchos de los cuales tuvieron el chance de conocerlo. El hombre se consideraba uno más de nosotros, y por eso opinaba de todo, aunque a veces su opinión causara líos.
"Estamos muy, muy tristes. Y estoy segura de que, como nosotros, muchos más dominicanos: los miles de lectores, admiradores de su obra extraordinaria, monumental; de su espíritu libertario, conciencia crítica y rebeldía", dijo la escritora Soledad Álvarez sobre la importancia del autor.
Y agregó: "También los amigos, privilegiados por haber conocido de cerca su humanidad, su pasión por la vida y la literatura, su amor inamovible hacia nuestro país, donde decía sentirse en casa —así lo hizo constar en su discurso al recibir el Premio Nobel. Amor, a pesar de la incomprensión de unos pocos, que él calificaba de tempestuoso con la dulce sonrisa del enamorado. Mario hará mucha falta en estos tiempos oscuros, tan recios".
Para Andrés L. Mateo, otro capo de la literatura dominicana, Vargas Llosa fue un duro, con una capacidad increíble para manejar la lengua y crear mundos. "Su bibliografía es numerosa y variada, desplegando una poderosa batería de recursos formales que, desde la lengua, dieron a su vasta producción la categoría de magisterio escritural. Icono indesterrable de la mejor literatura del Boom hispanoamericano", comentó.
Vargas Llosa vino por primera vez a la República Dominicana en 1970, haciendo un documental sobre los 12 años. Desde entonces, siempre venía a Santo Domingo, donde tenía una casa en Juan Dolio.
"La literatura dominicana le debe dos o tres libros sobre aspectos de nuestra historia, en especial La Fiesta del Chivo, calificada por la crítica internacional como una obra maestra. La historia de la Era de Trujillo, como nadie jamás la ha contado", dijo Lantigua.
Rafael Peralta Romero, que está al frente de la Biblioteca Nacional, dijo que la obra de Vargas Llosa es una denuncia profesional de la literatura. "Fue organizado, metódico y trabajó sus creaciones con perfecto sentido de profesionalidad".
José Rafael Lantigua, exministro de Cultura, valoró el legado del escritor diciendo que Vargas Llosa fue un literato genuino, entregado a la literatura y a la defensa de los ideales democráticos.
Y el hombre hizo vainas grandes, hasta durante la pandemia, cuando se leyó sesenta novelas y treinta obras de teatro de Benito Pérez Galdós y sacó su estudio "La mirada quieta". Ese tipo tenía una disciplina y un compromiso fuera de serie.
Se fue Mario Vargas Llosa. El mundo se queda más pobre sin él, pero nos deja sus obras, que son inmortales, como él.
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