Madrid Arena: la vaina que todavía preocupa sobre la "seguridad" en los coros grandes

Un lío grande fue lo que pasó en el 2012, cuando una avalancha en una fiesta de Halloween en el Madrid Arena dejó a cinco chamaquitas muertas. Eso fue un desastre porque el sitio estaba más lleno que un botellón y no tenía ni la mínima seguridad.

Esa noche, mientras el DJ Steve Aoki iba a tocar, más de 15,000 personas entraron por una puerta de carga a un lugar que ya estaba explotao. El aforo estaba sobrepasado al 215% de lo que se permitía. Las salidas estaban bloqueadas con camerinos, barras y parte del montaje del escenario. Y pa' colmo, no había control de las cámaras y el personal de seguridad tenía órdenes de no dejar salir a la gente por las puertas bloqueadas.

La gente estaba apiñada en la pista central en vez de estar distribuida por todo el lugar. A las 3:35 de la mañana, una estampida en uno de los pasillos de salida dejó a cinco jóvenes sin vida.

Después de eso, pararon los eventos, cerraron lugares y prometieron hacer cambios en las reglas. Según José Luis Gómez Calvo, un experto en seguridad que hizo un informe sobre lo que pasó, aunque ha habido algunos avances, todavía hay problemas grandes.

Uno de esos problemas es con la Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas de la Comunidad de Madrid, que está vigente desde el 1997. La ley dice que la Comunidad debe regular qué espectáculos necesitan medidas de seguridad específicas, pero ese reglamento nunca se aprobó.

Por culpa de eso, empresas como Kontrol 34, que manejaba la seguridad en el Madrid Arena, trabajaban sin exigir que su personal estuviera bien preparado. Gómez dice que con "ponerles un chaleco amarillo" ya les daban funciones para las que no estaban listos.

Además, se siguen sancionando incumplimientos de obligaciones que todavía no están claras en las reglas, lo que crea un lío legal.

Para Gómez, uno de los problemas más serios sigue siendo cómo se controla a la gente dentro del sitio, algo que en el Madrid Arena fue clave en el desastre. La gente de los niveles de arriba bajaba a la pista y se encontraba con los que entraban de afuera, sin ningún control.

"Es como si en un avión todos los pasajeros de clase turista se movieran al área de business al mismo tiempo", dice él.

Entre sus ideas para mejorar la cosa están poner luces afuera de los lugares que digan cuánta gente hay adentro en tiempo real y poner barreras internas para evitar que se aglomere la gente en ciertos lugares.

También resalta que falta supervisión en la fase operativa de los eventos. "Sobre el papel todo parece correcto, pero ¿quién verifica que lo autorizado realmente se cumpla?", se pregunta él.

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