El artista confiesa problemas de ira y dice que se siente "roto" después de un lío con los paparazzi.
El Justin Bieber volvió a estar en boca de todo el mundo después de armar un lío con unos paparazzi el jueves 12 de junio, justo afuera de ese club fino, el Soho House, en Malibú, California. El cantante canadiense, que ya tiene 31 años, se puso como la misma fiera cuando los fotógrafos se le acercaron, gritando:
"¡Hoy no, hermano! ¿Cómo crees que me va con tu pa cara? ¡Quítate de mi pa cara! Dejen de preguntarme cómo me va. ¡Largo de aquí!"
Ese lío dejó a sus fanáticos preocupados, sobre todo después de que Justin subiera un par de mensajes en sus redes, diciendo que tiene problemas emocionales.
"Estoy roto y tengo problemas de ira"
En una historia de Instagram después del bochinche, el artista escribió: "La gente me sigue diciendo que sane, ¿no creen que si hubiera podido arreglarme ya lo habría hecho? Sé que estoy roto. Sé que tengo problemas de ira."
Justin dijo que está cansado de tratar de cumplir con lo que otros esperan de él:
"He intentado hacer el trabajo toda mi vida para ser como la gente que me dijo [que] necesitaba ser arreglado como ellos. Y solo me sigue cansando más y enojando más".
En su reflexión, agregó que solo su fe le ha dado un poco de alivio:
"Jesús es la única persona que me hace querer que mi vida sea sobre los demás porque, honestamente, estoy exhausto de pensar en mí mismo últimamente, ¿y tú?"
El cantante también reafirmó su identidad familiar diciendo:
"Soy un hombre de verdad con una familia de verdad", refiriéndose a su rol como padre de Jack Blues, su hijo de nueve meses junto con Hailey Bieber.
El comportamiento raro de Bieber en estos meses ha dejado a la gente con la mosca detrás de la oreja. Lo han visto fumando lo que parece ser marihuana en sitios como Coachella, y ha subido cosas raras en sus redes, como una conversación donde rompe con un amigo, y una foto en blanco y negro con la frase:
"Soy un papá con el que no hay que meterse".
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