Oye, mi gente, aquí les traigo un chisme bacano sobre la historia de los helados en RD, pero en nuestro estilo, ya tu sabes. Resulta que hay un artículo que hemos leído mil veces, "Gelatos y sorbetes" de José del Castillo en Diario Libre. Ese tipo se la comió, nos lleva de paseo por la historia de los helados aquí en Dominicana.
Después de leerlo, uno siente que tiene que aportar algo, pero ¿cómo competir con alguien que se ha metido hasta en la última heladería y ha probado todos los sabores? Solo nos queda recordar las anécdotas de antaño, esas historias de los mayores y de los libros viejos.
Una de esas historias es de los helados La Fortuna. ¡Eso era un espectáculo! El heladero andaba con su carreta y una ruleta. Si le dabas al número ganador: ¡FORTUNA!, el helado te salía gratis.
Imagínense, desde el 17 de abril de 1863, según cuenta el político venezolano metido en la política dominicana, Demorizi Pablo Paz del Castillo, se pidió permiso para traer nieve —hielo— a Santo Domingo. Ya para 1879 la gente se daba su gustazo con bebidas frías. El hielo llegaba de New York y en El Eco de la Opinión se anunciaba: "HIELO! ! ! HIELO! ! ! HIELO! ! !", a cinco cheles la libra en la plaza del Mercado.
Los primeros que se lanzaron a vender helados fueron unos tigueres como el Doctor L. E. Betances, que hasta trajo la estatua de Colón de Francia. Tenía su negocio "La Venus", donde vendía frutas abrillantadas, refrescos, helados y licores.
Eduardo Matos Díaz, en su libro, dice que los heladeros eran unos personajes populares, con sus carritos de mano y sorbeteras. La vaina era artesanal, echaban la leche y los ingredientes en la sorbetera, rodeados de hielo y sal, y lo movían hasta que cuajaba. Los helados se vendían en barquillas a tres y cinco cheles.
Un personaje que se recuerda es José Andrés, un español con un ojo medio raro, que con su carrito vendía "¡Helado en paquete!", gritando por las calles. Nadie hacía helados tan buenos como él.
Aunque uno pensaría que los helados serían algo memorable, los antiguos no hablaban mucho de eso. Marcio Veloz Maggiolo en su libro solo menciona los helados de pasada.
A comienzos del siglo, el hotel Fausto vendía helados "a todas horas". Había muchas heladerías y pocas fábricas, pero eso cambió en la "ERA". Para los años 50 ya había fábricas conocidas como las de Rafael Ceara, Los helados Imperiales, y los de Ajer Yeara.
En los 60 ya estaban los "Capri", los de los Bodden, los Noris, Pinocho, y los famosos helados Hatuey. De esa época solo nos quedan los helados en fundita y el esquimalito. Así que ya saben, los helados tienen su historia y sabor aquí en la isla.
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