Deivis Alberti, quien trabaja como "road manager" del merenguero Rubby Pérez, siempre está al mando de la logística de los shows del cantante. Esa noche, mientras Rubby cantaba en la discoteca Jet Set, Deivis estaba cerquita de la tarima cuando pasó lo que nadie esperaba: el techo se vino abajo y lamentablemente Rubby perdió la vida.
Deivis, que recibió un golpe en la cabeza, vivió para contar lo que pasó. La tragedia ocurrió ya pasadita la medianoche, eso del 8 de abril. Con todo el trauma encima, Deivis se sentó hoy a relatar lo que vivió en el programa El Gobierno de la Mañana. Diario Libre decidió compartir su historia tal cual.
Deivis cuenta que en medio de la fiesta le entró un presentimiento raro, diciendo: "nada más voy a estar atento a Rubby porque, no sé si será un presentimiento o algo, pero, en un momento yo me dije: 'concho, esto es una fiesta como pesada'". La noche estaba llena de pedidos y Rubby le pedía agua a cada rato, algo que no era común.
En un momento, mientras el yerno de Rubby cantaba un tema, Rubby se le acercó a Deivis sudando y él le aconsejó que se aflojara la corbata y se quitara la bufanda. Luego, cuando le pidieron "Color de rosa", Deivis fue a coordinar con Zulinka, quien finalmente accedió a cantarlo junto a su padre, Rubby.
Ya en el clímax de la presentación, Deivis notó que Rubby miraba hacia un lado de la tarima como si algo raro pasara. En cuestión de un microsegundo, todo se vino abajo. Deivis, con los reflejos encendidos, logró refugiarse en una esquina, protegiéndose la cabeza y pensando en sus hijos.
Cuando todo pasó, Deivis se dio cuenta que estaba cubierto de sangre y junto a los que quedaron en pie, comenzaron a patear una puerta que estaba cerrada por fuera. Milagrosamente, alguien logró abrirla y pudieron salir.
Pero Deivis no se quedó tranquilo. Pensando en sus compañeros, volvió a entrar al lugar del desastre, llamando a Rubby y ayudando a Zulinka, quien gritaba desesperada por su familia. La escena era de puro caos, con músicos tratando de ayudar a los atrapados por los escombros. Aunque Deivis buscó a Rubby por todas partes, lo que vio no le daba muchas esperanzas.
Fue hasta que llegaron los bomberos que Deivis, todavía sangrando mucho, fue sacado del lugar. En esos momentos de angustia, Deivis solo pensaba en no desangrarse, bebiendo agua de la neverita de Rubby.
El dolor de la pérdida es fuerte, ya que Rubby no solo era un jefe, sino un amigo y una figura familiar para todos ellos. Aunque no pudo encontrar a Rubby entre los escombros, la esperanza de un milagro se mantuvo viva hasta el final.
Al final, Deivis rememora a Rubby con cariño, recordando su trato familiar y su amor por la música. La tragedia dejó a muchos heridos, algunos más graves que otros, pero el recuerdo de esa noche siempre estará presente en la memoria de quienes vivieron para contarlo.
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