Le dieron golpe a Jhon Kohr Reyes y se murió; meten preso a un policía

La audiencia pa' decidir la medida de coerción se pospuso pa' el 7 de mayo a las 12:00 del mediodía.

El sargento de la Policía Nacional, Ángel Luis Buten Almonte, está siendo llevado a la justicia por la muerte de Jhon Kohr Reyes, un joven que se murió cuando estaba detenido en el destacamento de Buenos Aires de Herrera, en Santo Domingo Oeste.

Según la autopsia del Instituto Nacional de Patología Forense, Reyes murió por un golpe fuerte en el pecho que le afectó el corazón. Ese golpe le alteró el ritmo cardíaco y le causó un paro que lo mató.

El informe médico también dice que el cuerpo de Reyes tenía muchos golpes y señales de hinchazón en los pulmones y cerebro. Aunque se confirmó que la muerte fue violenta, los forenses dijeron que todavía no se sabe exactamente cómo pasó, así que le pusieron que es una muerte indeterminada hasta que la investigación judicial aclare los detalles.

El informe forense también menciona que el joven tenía restos de sustancias prohibidas en su cuerpo, como cocaína y marihuana, pero las autoridades no han dicho si eso tuvo que ver con su muerte.

La audiencia pa' decidir las medidas de coerción contra el policía fue movida pa' el miércoles 7 de mayo a las 12:00 del mediodía.

Según contó su madre, Ana María Anneris Reyes, el joven fue arrestado el 21 de febrero por una patrulla policial y, poco después, le avisaron a la familia que había muerto. Los policías dijeron que no lo habían golpeado, pero la autopsia dijo otra cosa. Levantaron el cadáver el 24 de febrero.

El Ministerio Público ha calificado este caso como homicidio voluntario, según los artículos 166, 295 y 304, párrafo II, del Código Penal Dominicano.

Ana María Reyes anduvo por una semana de destacamento en destacamento con una foto de su hijo Jhon Kohr, de 22 años. Lo vio por última vez el jueves 20 de febrero cuando lo detuvieron en una redada policial en el barrio Enriquillo, en Herrera. Estaba sano, no tenía antecedentes, y trabajaba lavando carros. Nadie le dio respuestas. Nadie registró que había entrado.

Lo que Ana María nunca pensó fue que su hijo ya estaba muerto cuando lo llevaron al Hospital de Engombe a las 3:50 de la madrugada del día siguiente. Llegó en una silla de ruedas, rígido, sin pulso, sin presión, con las pupilas dilatadas. Los doctores confirmaron que había muerto antes de llegar al hospital.

Cuando ella preguntaba, los policías decían que no sabían nada. Pero Jhon ya estaba en la morgue del Inacif, retirado ese mismo día.

Cuando lo vio por última vez, Ana María notó algo más: una herida abierta bajo la oreja izquierda y marcas circulares en el abdomen. Ella cree que lo torturaron, que usaron una pistola eléctrica. “Mi hijo estaba bien, no tenía enfermedades. Lo único que hacía era trabajar”, repite.

Lo buscó vivo durante una semana. Lo encontró muerto desde el primer día.

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