La "cavernaria" Policía Nacional y el lío fatal de Jhon Reyes

El chamaquito de 22 años apareció muerto una semana después de que lo agarraran

El tiguerito se llamaba Jhon Reyes, tenía 22 años y ya era papá de un niño de un añito. Se fue de su casa esa noche del 20 de febrero y, junto a un pana, lo agarraron en una redada. La doña, su mamá Ana María Reyes, cuando se enteró de eso, se puso a buscarlo por todos lados, visitó todos los destacamentos de Santo Domingo Oeste, pero nunca pensó que iba a encontrar el cuerpo de su hijo irreconocible en la morgue del Inacif.

Reyes pide justicia, ha denunciado la muerte cruel que le dieron a su hijo aquellos que estaban supuestos a cuidarlo, pero en vez de responder por lo que hicieron, la llaman pa’ que vaya al destacamento de Las Caobas, en Herrera, y allí un supuesto capitán la amenazó, diciéndole que se retractara de las denuncias. El pana que estaba con él dice que no puede hablar, porque también lo amenazaron. Ahora la doña tiene miedo por su vida y la de su otro hijo.

Unos kilómetros más pa'lante, en la Autovía del Este, esos mismos policías llenaron de plomo el carro de una mujer que iba con sus hijos y otros menores. ¿Y por qué? Porque no paró cuando le apuntaron con las armas, ya que consideraron el carro "sospechoso".

Todo esto pinta el cuadro de un sistema policial que parece de la edad de piedra, lleno de violencia, donde los policías, en vez de cuidar a la gente, lo que hacen es meter miedo. Se trata de una policía que ve como sospechoso a cualquiera con un corte de pelo o unos tenis de barrio.

A esas madres hay que darles respuestas. A ellas no les importa si les cambian el uniforme a los policías o si ahora al "jefe" le llaman director, o ver a Faride Raful cada lunes diciendo que los homicidios bajaron. Ellas y todos nosotros, que con nuestros impuestos pagamos ese sistema policial, exigimos justicia.

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