La escritora española Xita Rubert vino con un bulto de sueños y memorias transcritas, algunas junto a su pai, el filósofo Xavier Rubert (1939-2023). Entre esos sueños, está su novela debut 'Mis días con los Kopp' y Key Biscayne, una islita que se le "pegó al alma" desde que tenía 20 años.
"Por muchos años intenté escribir otras historias y aunque esta sea una ficción, se me pegó al alma, como esos recuerdos que vuelven y no te dejan", le cuenta Rubert a EFE sobre 'Los hechos de Key Biscayne' (2024), la novela que se alzó con el Premio Herralde, junto con la autora chilena Cynthia Rimsky.
Con solo 29 añitos, Rubert anda por ahí con su sonrisa cálida, siempre estirando la realidad lo más que puede. Así lo hizo cuando fue a México, donde en unas 48 horas presentó su libro en Mérida y en la capital. Esa manera de estirar las cosas, confiesa, es parte de su estilo al escribir.
"A mí me gusta trabajar desde la elasticidad o la exageración. Creo que estirar algo que te ha pasado a medias o que te podría haber pasado pero no sucedió te permite mostrar algo muy difícil que la propia realidad no te ha dado. Es al final el elemento reflexivo del novelista", dice ella, recordando cuando vivió en esa isla de Estados Unidos siendo más joven.
Rubert, al intentar recordar sus vivencias en Key Biscayne, dice que le pasa como a la protagonista del libro. "No logro desentrañar lo inventado de lo que realmente sucedió en esa isla atormentada por terremotos, inundaciones y microsociedades extravagantes de mafiosos armados y niñas disfrazadas de adultas", cuenta.
Recuerda que escribió este libro mientras su pai estaba muriendo y eso "se respira en la novela". Lo más cercano a su vida en esta ficción es la relación "entre hija y padre", un hombre al que llama Ricardo, que con su espíritu quijotesco se va de España a Key Biscayne con sus hijos: Nico y la narradora, una chamaquita de 12 años.
"Quería escribir sobre un padre de lo que se esperaría todo lo contrario a una figura paterna y que, sin embargo, pareciera que todo le sale bien", describe ella sobre este personaje, esperando "que se muera o le pase algo".
En esa elegía posible está "el corazón del libro" porque "la narradora sabe que algo va a terminar" y mientras ella esté viva "tiene que relatar y retratar toda esa imperfección, esa oscuridad como si hubiera luz".
Rubert tiene un interés en traer claridad a lo irrecuperable, conectar lo vivo con lo muerto, y eso le da como un aire de brujita, algo que la acerca a escritoras latinoamericanas como Mónica Ojeda.
"Me han dicho que mi literatura no parece española. Estoy en contacto con lo que sucede en América Latina, aquí hay una tradición que conecta con la historia que dejamos atrás, lo vivo con lo muerto y eso me interesa", dice la autora, que tiene su obra más vendida traducida al portugués.
Xita Rubert entiende que escribir en un tiempo y lugar específico puede dar pistas sobre un futuro incierto. En 'Los hechos de Key Biscayne', describe un Estados Unidos de hace 15 años, cuando "había ese optimismo por (el entonces presidente) Barack Obama", aunque también existían lugares conservadores en Florida.
"Es como si Key Biscayne hubiera dejado de ser una isla para convertirse en un símbolo", confirma, hablando del país donde ha vivido por seis años, ahora bajo la presidencia de Donald Trump.
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