En un ambiente donde siempre quieren que uno esté haciendo algo, hasta cuando uno está pasando por una pena, pararse puede ser un acto bien humano.
Después de lo que pasó en el Jet Set, el país entero se quedó en silencio. No ese silencio raro, sino uno que pesa, que te mueve por dentro, que no encuentra palabras para lo que duele. Ese mismo silencio también lo sentimos en el cuerpo.
Cuando algo nos choca fuerte, cuando perdemos a alguien o estamos tristes juntos, el cuerpo no funciona igual. Se te va el hambre, no puedes dormir bien, las rutinas se vuelven un lío y no dan ganas de hacer nada. Y eso... está bien.
Vivimos en un mundo que nos pide estar siempre activos, incluso cuando estamos de luto, pero detenerse puede ser una muestra de humanidad. Comer bien, ejercitarse, dormir lo suficiente y meditar son buenas formas de cuidarse, pero no son reglas que hay que seguir al pie de la letra.
No es un error tomarse una pausa. No está mal no tener fuerzas. El cuerpo se cuida a su manera: con silencio, con calma, con mirarse pa' dentro.
La ciencia lo sabe: en momentos de trauma, el cuerpo cambia. Se alteran cosas como el sueño, el humor y cómo se siente el tiempo. A lo que le decimos "decaimiento" es muchas veces una forma de adaptarse.
El cuerpo necesita guardar energía. Hasta el estómago, que está conectado con el sistema nervioso, se toma un descanso, cambiando cómo funciona. Y eso no hay que arreglarlo de una vez. Necesita su tiempo. Necesita su espacio.
A los que han sentido este bajón físico y emocional estos días: no hay que forzarse. No tienes que "volver" rápido. No tienes que comer perfecto, ni entrenar, ni seguir tu rutina.
Si tu cuerpo necesita más sueño, o no dormir. Si no tienes hambre, o te sientes mejor comiendo lo que te gusta. Si no puedes hablar, ni explicar lo que sientes... todo eso también es parte del proceso.
Eso sí: que el silencio no se vuelva aislamiento total. Que la pausa no se alargue sin control. Es diferente descansar a desconectarse por completo. Tal vez no puedas cocinar bien, pero sí recordar tomar tus medicinas.
Tal vez no quieras ejercitarte, pero podrías salir a caminar sin presión. Tal vez no puedas hablar con nadie, pero podrías escribir lo que sientes.
Hoy más que nunca, el llamado no es a activarse. Es a escucharse. A respetar el ritmo del cuerpo cuando duele. Porque cuidarse no siempre significa tener energía, a veces es hacer una pausa. Es quedarse en silencio. Es decir "no sé" y quedarse ahí.
Que este duelo que todos compartimos nos enseñe a ser más compasivos con nuestro propio proceso. Porque cuidarse, a veces, es simplemente sostenerse sin presionarse.
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