La doña Haydée Kuret de Rainieri, una dura en el mundo empresarial y miembro del coro de panas del Consejo de Directores del Grupo Punta Cana, se tiró un discurso bacano en la graduación número 164 de la Unphu. Esto fue el jueves y ahí les dio cotorra a los nuevos tigueres y tigueras que se graduaron sobre lo importante que es fajarse, aprender y saber darle la vuelta a la tortilla pa’ ser unos duros en lo que hagan.
La doña, que también salió de la Unphu estudiando Física, fue la que llevó la batuta en la ceremonia, donde se graduaron 463 nuevos profesionales en todas las ramas. Ella les contó un poco de su vida, de cómo desde chamaquita, siendo madre, estudiante y empresaria, le tocó fajarse y cómo cada lío se convirtió en una chance pa’ crecer.
Les dijo a los graduandos que este día será uno que se les quedará pegado en el corazón y la memoria, destacando que "después de años de esfuerzo y aprendizaje, llegan al final de este capítulo de sus vidas, listos para escribir el siguiente".
A los panas que se graduaron les dijo que cuando arrancaron con esta vuelta, eran tigueres diferentes. Algunos llegaron con su cocote lleno de miedo, otros con un tro de expectativas, pero todos tenían un sueño en común: aprender, crecer, graduarse y ser unos profesionales de respeto.
La doña resumió todo lo que lograron en una sola palabra: "crecieron". Y le dio su cotorra diciendo: "Hoy, aunque suene a cliché, la realidad es que termina una etapa de sus vidas para adentrarse en la adultez responsable. Se enfrentarán a un nuevo horizonte lleno de posibilidades, pero también de incertidumbre".
Les tiró su advertencia de que las decisiones que tomen ahora serán la base pa’ lo que venga en sus vidas, y que cada cosa que hagan tendrá su repercusión. También les dijo que "el éxito dependerá de su capacidad para ajustarse a las circunstancias y hacer los cambios necesarios en el momento preciso para seguir adelante".
La doña contó cómo hace 47 años, igual que ellos ahora, estaba sentada en el mismo campus esperando su diploma de Física. A su lado estaba su coro: su esposo Frank (Rainieri), sus hijas Paola y Francesca, su mamá y sus suegros. Su hijo, Frank Elías, de apenas seis meses, se quedó en casa.
"Recuerdo los malabares que tenía que hacer para mantener un equilibrio entre mis responsabilidades. Lo que no sabía entonces era que así seguiría siendo el resto de mi vida", dijo la doña.
También compartió una anécdota de cuando le tocó cambiar de carrera, de Economía a Física, para poder cuadrar sus horarios con sus nuevas responsabilidades como esposa y madre. "Fue un cambio radical, pero era la única manera de adaptarme a mis circunstancias y de poder compaginar mi decisión de ser esposa, madre y profesional", contó.
A los jóvenes que están a punto de entrar al ruedo laboral les dijo que no siempre van a lograr sus metas al tiro. Y que habrán cosas que quizás no alcancen. "Pero en cada esfuerzo, en cada acción, se encuentra una experiencia diferente que les ayudará a crecer", les aconsejó.
La doña cerró diciendo a los graduados que si de verdad quieren ser exitosos, deben saber que van a cosechar lo que siembren, y que el éxito es el resultado de toda una vida de trabajo y esfuerzo. "Un camino recorrido con dedicación, paciencia, disciplina, honestidad y honradez", concluyó.
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