Oye, mi gente, hace ya 40 años que la Academia Sueca le dio el Premio Nobel a Gabriel García Márquez, y su libro "Cien años de soledad" sigue siendo de los más duros en la literatura en español. ¡Eso es mucho tiempo, pero la vaina sigue sonando!
El pana Daniel Samper, un escritor colombiano, cuenta que Gabo estaba "obsesionado" con la obra "Cien años de soledad" mucho "tiempo antes de saber que iba a llamarse así". Dice que el hombre tuvo varias "epifanías" para escribir ese librazo.
Una de esas fue cuando volvió a su tierra, Aracataca. Según Samper, ese pueblo "fue ya medio Nobel" porque inspiró a Gabo a crear "Macondo", ese sitio en la costa colombiana donde pasa toda la historia y que "abre" un "nuevo mundo".
Samper también se acuerda de cuando Gabo tuvo que salir por patas al exilio, porque el gobierno de Julio César Turbay en 1981 "veía a Gabo como parte de una conjunta comunista". ¡Qué lío, compay!
"El exilio de Gabo es absolutamente injusto, él nunca fue comunista", dice Samper. "Era muy de izquierda, fue amigo de Cuba, le encantaba el poder en general y se sentía muy atraído por él, le llegó la onda de que lo iban a detener al menos para interrogarlo y se fue".
Por otro lado, Alexandra Saavedra, una profesora de la Universidad Complutense de Madrid, habla de cómo estaba la literatura latinoamericana cuando Gabo se llevó el Nobel en 1982. "Venía la corriente del boom", dice ella, pero la cosa "estaba ya empezando a medio opacarse".
Alexandra cree que el premio le dio un empujón a los libros de la región. Explica que el boom latinoamericano, con escritores como el peruano Mario Vargas Llosa y el mexicano Carlos Fuentes, "permitió que los ojos del mundo editorial europeo y anglosajón descubriera voces y técnicas" de aquí.
Pero también dice que "hizo sombra a otros escritores latinoamericanos que estaban llevando a cuenta propuestas interesantes" con otros estilos. "La sombra de García Márquez permite que se visibilice lo que está pasando en América Latina", añade, "pero ensombrece a los que no coincidían con lo que editorialmente se asociaba con la escritura de Gabo". ¡Así mismo es la vuelta!
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