El lío del Jet Set va a poner a los jueces a sudar la gota gorda, porque tienen que ver bien dónde termina la responsabilidad civil y empieza la penal. Con el lío de la discoteca Jet Set, que se vino abajo y dejó 235 muertos, los jueces tienen un lío grande: tienen que decidir quién es el culpable en medio de un reguero de cosas técnicas.
El Ministerio Público está diciendo que los dueños, Antonio y Maribel Espaillat, son culpables de homicidio involuntario porque se hicieron los locos con las filtraciones, las grietas y el techo en mal estado. Los testigos -que son empleados, gente que hacía mantenimiento y clientes- hablaron de humedad, pedazos que se caían y goteras, pero no son expertos en la materia.
Por otro lado, una comisión de expertos dijo que el lío fue por un problema escondido: los anclajes metálicos se fueron debilitando con el tiempo por errores en el diseño estructural de hace mucho tiempo. Este problema interno no se veía a simple vista y no era algo que se pudiera descubrir con el mantenimiento normal.
El tribunal tiene que decidir si los dueños estaban obligados a prever un riesgo que solo los expertos podrían haber encontrado. Además de este debate técnico, está el tema del dolor de la tragedia: con tantas víctimas, la presión social es fuerte y, aunque no debería afectar la justicia, puede influir en cómo se maneja el caso.
Este caso va a requerir que los jueces vean bien dónde termina la responsabilidad civil y empieza la penal, sin culpar a la gente por un colapso estructural que es complicado y técnico.
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