El protocolo sigue igualito, pero todavía no le están cobrando a los extranjeros por los insumos.
Benita Pierre estaba sentada en un blo de cemento frente al Hospital Materno Infantil Nuestra Señora de La Altagracia, esperando que los tigueres de Migración le dieran noticias de su hija de 15 años, que está preñada y que habían detenido hace unas horas.
La muchachita, que se llama Alelie y está de seis meses, tenía una cita en esa maternidad, aunque su mai jura y perjura que todos los papeles están en orden.
Después de que la pararon, la chamaca llamó a su mai, quien de una vez dejó botado su puesto de vender aguacates en la Lope de Vega, dejando la mercancía que compró ese día y que todavía no había saldado.
Benita, con el agua por los ojos y el hijo chiquito agarrado de la mano, contó que les mostró los papeles a los de la Dirección General de Migración pa' que le soltaran a su hija.
No pudo decir cuánto tiempo llevaba esperando, solo repetía: “tengo mucho aquí y ellos no me dicen nada”.
Dijo que cerca de las 11:30 de la mañana, mientras seguía esperando a su hija, vio un autobús de migración que se fue del frente del hospital con varias mujeres montadas, pero no tiene idea si su hija iba ahí o si se la llevaron.
El hospital
Cuando este medio fue a la maternidad, se dio cuenta de que había menos gente esperando en las salas. El personal del hospital comentó que, por la presencia de Migración en el hospital, no podían garantizar que un extranjero sin papeles fuera detenido.
También dijeron que todavía no han comenzado a cobrarle a los extranjeros por los insumos y medicamentos que usan en los procedimientos, como se había dicho en el protocolo.
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