En los barrios de RD, la gente tiene un lío con lo que pueden hacer con la calle y la acera que está frente a sus casas y negocios. Muchos piensan que ese pedazo es de ellos y hacen lo que les da la gana para que nadie se estacione ahí, poniendo conos, bloques de cemento, tubos y de todo. También usan el espacio público para hacer galerías, agrandar marquesinas o poner letreros sin pedir permiso, mientras las autoridades ni caso les hacen.
Por los barrios, siempre hay pleitos entre vecinos porque algunos no quieren que nadie se parqueé frente a su casa, ya sea porque quieren el espacio para su carro o simplemente porque no quieren que les tapen la vista. Pero la verdad es que ninguna ley dice que la calle o la acera son de los que viven enfrente. El derecho de uno termina donde empieza la propiedad privada, y si quieren un parqueo exclusivo, tienen que resolverlo dentro de su propio solar.
La Ley 63-17, que habla de movilidad, tránsito y seguridad, dice que no se puede parquear solo frente a entradas de garajes y lugares como iglesias, escuelas, cines, teatros, hospitales, bancos, estaciones de gasolina y donde haya eventos públicos. Además, el artículo 144 prohíbe tirar basura en la calle, y el que lo haga tiene que pagar un salario mínimo del sector público.
En el caso de los espacios para carga y descarga, los choferes tienen que respetarlos, pero esos espacios deben estar bien señalizados por el ayuntamiento.
Un ejemplo de esta vaina está en la avenida Barney Morgan (La Central), entre los barrios 24 de Abril y ensanche Espaillat, en el Distrito Nacional. Ahí es casi imposible encontrar un espacio libre porque casi todos los negocios bloquean su frente con obstáculos.
Por ejemplo, en Moli Muebles, ponen tres conos para que nadie se parqueé en su fachada. La encargada, Inocencia Coste, dice que "Los ponemos porque los empleados y los dueños tienen vehículos. Cuando llegan, se estacionan y quitamos los conos. No es el día entero".
Más adelante, en la Lavandería Reyes, una trabajadora cuenta que el dueño puso bloques de concreto para asegurar espacio a sus clientes. Leidy Núñez, que trabaja en una tienda de antigüedades en la misma área, dice que su jefe hizo lo mismo después de tener problemas con los vecinos del caserío detrás del negocio.
En algunos negocios, una práctica común es poner carros a ambos lados, dejando el medio libre, pero no lo suficiente para que otro carro se estacione.
La Digesett es la que debe evitar que bloqueen las vías, mientras que los ayuntamientos deben asegurarse de que las aceras se usen bien. La Ley 176-07 permite a los ayuntamientos hacer ordenanzas sobre tránsito y estacionamiento. Esta ley también dice que es una falta grave impedir que otro use un espacio público o dañarlo, con multas que van de cinco a 100 salarios mínimos.
La Ordenanza 1/2021 del Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN) prohíbe cualquier forma de bloquear, estrechar, fragmentar o modificar las aceras frente a propiedades. Esto es para asegurar que los peatones puedan caminar de manera segura y continua.
José Sanz, director de Defensoría y Uso de Espacios Públicos del ADN, dice que su equipo trabaja todos los días quitando obstáculos y responden primero a las quejas de la gente. "Les damos prioridad a las personas que presentan una queja, porque son situaciones más apremiantes que las que encontramos al pasar", aclara.
A pesar de las leyes, por décadas muchos han ocupado las aceras para agrandar sus casas o poner escaleras, sin que los ayuntamientos hagan nada. En lugares como el ensanche Espaillat, esto ya es normal: lo que eran pasos peatonales ahora son galerías, y en las calles angostas, carros y peatones se mezclan.
La cosa ha llegado a tal punto, que hasta hay escaleras de caracol de metal ancladas directamente en la calle.
En otras partes de la capital, muchas empresas marcan sus parqueos con líneas naranjas en las aceras, como si fueran de ellos, obligando a los peatones a caminar por la calle.
Aunque esto es ilegal, se ha vuelto normal en todo el país, afectando la movilidad, la seguridad de los peatones y el acceso justo al espacio público.
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