En estos tiempos donde to' el mundo anda detrás de lo que es auténtico y artesanal, el bordado suizo se ha metido de lleno como la gran tendencia del verano. Es ese toque que nunca falla en esta temporada, simbolizando la ligereza y manteniéndose siempre fiel a sus raíces. Si en su tiempo ya encantó a las actrices de la época dorada en sus paseos por Cannes, en 2025 ya es de lo más visto en Instagram y en los clósets de las que mandan en la moda.
El bordado suizo viene de Suiza, donde se usaba pa' decorar ropa y cosas del hogar. Esta técnica tiene unos diseños intrincados que incluyen flores y figuras geométricas, haciendo que se vea súper atractivo. Las puntadas son chiquitas y precisas, permitiendo crear patrones detallados que resaltan la belleza de las telas. En St. Gallen, en el este de Suiza, el bordado se volvió una industria que creció desde el siglo XVI.
Al principio, los bordados de St. Gallen se hacían a mano sobre lino. Ya en 1850, aparecieron las primeras máquinas de bordado, lo que permitió producir más y exportar a nivel mundial. Lo que hace único al bordado suizo es su técnica que crea patrones de hilo sobre tela fina, como algodón o lino. Se trata de hacer un tipo de agujero que, junto a otros, crea decoraciones finas.
Los diseños suelen tener flores, figuras geométricas o formas orgánicas precisas. Lo que realmente lo distingue es el uso de calados y la ligereza de la tela, dándole un acabado bien sofisticado y elegante. Aunque hoy en día la mayoría se hace a máquina por la demanda, algunas marcas siguen haciéndolo a mano, añadiendo ese valor artesanal y exclusivo. Este balance entre lo tradicional y lo moderno ha sido clave para que siga vigente.
La historia del bordado suizo en la moda está ligada a mujeres que han mostrado una elegancia sin esfuerzo. Audrey Hepburn, con sus vestidos de verano de algodón blanco, fue una embajadora involuntaria de lo más famosa. La actriz suiza Ursula Andress también lo lució, especialmente en los años sesenta, cuando lo naïf estaba de moda.
En España, figuras como Carmen Sevilla o Marisol lo usaron en vestidos románticos que marcaron la estética de las décadas del siglo XX. Más allá de lo costumbrista o folclórico, el bordado suizo se consolidó como una forma de vestir ligera, femenina y fresca, ideal para los meses calurosos.
En los últimos años, diseñadores internacionales han rescatado esta técnica para darle un toque contemporáneo. En la primavera-verano de 2025, marcas como Chloé, Zimmermann o Cecilie Bahnsen han incluido vestidos, blusas y conjuntos con bordado suizo. Lo han hecho alejándose del cliché romántico o campestre, apostando por siluetas limpias, monocromáticas y combinaciones con telas tecnológicas.
En el escenario actual, varias casas de moda han apostado fuerte por el bordado suizo. En España, resalta la marca Charo Ruiz Ibiza, que ha hecho del bordado suizo un elemento central en sus colecciones. Desde que se fundó en 1989, la marca ha fusionado la tradición artesanal con un enfoque moderno, usando tejidos finos y acabados exclusivos para resaltar la belleza femenina.
La colección "Voile & Guipure" de la primavera-verano 2025 es muestra clara de esta fusión. Charo Ruiz transforma el voile de algodón, su tejido base, creando nuevas siluetas y volúmenes a través de un bordado sinuoso. La marca eleva el lujo de tejidos como la seda y el algodón a niveles sin precedentes con volúmenes escultóricos y cuerpos femeninos, usando guipur y encaje exquisito, reformulando esta técnica ancestral hacia piezas contemporáneas.
El bordado suizo también ha conquistado a celebridades que buscan prendas versátiles, frescas y con historia. La actriz francesa Léa Seydoux fue vista con un vestido camisero blanco de algodón bordado durante la promoción de su última película en Cannes. Sienna Miller, la reina del boho-chic, lo ha llevado en versiones largas y fluidas en sus vacaciones en Ibiza. La “influencer” Pernille Teisbaek, una de las voces más influyentes del estilo escandinavo, lo ha incorporado en su día a día, combinándolo con sandalias de piel y bolsos de rafia.
En las redes sociales, esta tendencia también ha crecido. Cuentas como las de Jeanne Damas o Camille Charrière muestran cómo el bordado suizo se adapta tanto al campo como a la ciudad, desde el paseo urbano hasta una cena al atardecer. La clave está en cómo se combina: con prendas lisas, tonos neutros y accesorios atemporales.
(Texto: María Muñoz Rivera)
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