La ciencia ficción literaria ya no pega tanto, mientras el romantasy está matando en las librerías
Por mucho tiempo, la ciencia ficción fue lo que más alimentaba la imaginación de la gente. Las naves espaciales, los futuros distópicos, las inteligencias artificiales rebeldes y las civilizaciones alienígenas eran el pan de cada día en las librerías. Pero ahora, ese brillo de otro mundo como que se apagó.
La ciencia ficción literaria está vendiendo menos que nunca y, según The Washington Post, solo el 12% de la gente le para. ¿Y qué fue lo que pasó con ese género que antes lo era todo en la cultura pop?
En gran parte, la ciencia ficción se ha convertido en víctima de su propio éxito... pero en otros lados. Las ideas grandes del sci-fi se fueron para la pantalla: películas y series ahora ofrecen versiones espectaculares y rápidas de consumir, dejando poca motivación para sentarse a leer tranquilo.
¿Para qué coger un libro sobre una invasión alienígena si ya puedes verla en 4K con unos efectos que te dejan loco?
Encima, la gente ha cambiado el gusto. Las distopías juveniles que antes vendían como pan caliente –Los juegos del hambre, Divergente, The Host– ya no están en la onda.
Ahora, lo que está en el top es la fantasía ligera y, sobre todo, el romantasy, esa mezcla de romance y mundos de magia que está en todas las listas. Autoras como Sarah J. Maas (Una corte de rosas y espinas) o Rebecca Yarros (Alas de sangre) son las reinas donde antes estaban duros como Crichton o Bradbury.
Según datos de Publishers Weekly, en lo que va de esta década, solo un libro de ciencia ficción se ha metido en el Top 10 de ventas anual en Estados Unidos: Balada de pájaros cantores y serpientes, la precuela de una saga que rompió cuando las distopías estaban en su mejor momento.
El resto, casi todo romantasy o cosas parecidas. Pero no es solo por moda que la ciencia ficción está bajando. También está en una especie de crisis de identidad.
Como dijo el autor Orson Scott Card (El juego de Ender), parte del problema es que la ciencia de hoy en día –que se enfoca en lo teórico, lo cuántico o lo transdimensional– es cada vez menos para contar historias. Es más difícil convertir esas ideas abstractas en cuentos emocionantes y fáciles de entender para la mayoría.
A eso se le suma un sentimiento que muchos comparten: el futuro ya llegó... y no es muy alentador que digamos. En estos tiempos de crisis climática, guerras, pandemias y vigilancia digital, mucha gente siente que ya está viviendo en una distopía.
¿Para qué leer 1984 si solo hay que prender el televisor y ver las noticias? Con todo lo duro que está el mundo, se entiende que la gente busque consuelo en historias de amor y dragones.
Sin embargo, todavía hay autores que le meten fuerte al género. Escritores como Liu Cixin (El problema de los tres cuerpos), Ted Chiang (La historia de tu vida) o Greg Egan están llevando la ciencia ficción a nuevos niveles, aunque sus libros no siempre lleguen a todo el mundo.
Quizás el futuro de la ciencia ficción no esté en las listas de best-sellers, sino en seguir haciendo lo que siempre ha hecho mejor: imaginar lo que todavía no existe. Aunque venda menos, sigue siendo un laboratorio de ideas, y en estos tiempos de crisis, eso es más necesario que nunca.
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