Mira, te cuento que el pana Liova Bueno, un tiguerazo en eso de la música sinfónica, se formó tanto en RD como en Canadá, y terminó echando raíces allá en el norte. El tipo ahora es miembro de la Liga de Compositores Canadienses, ¡na' pel’ de loco!
Desde chamaquito, Liova siempre tuvo una vaina con la música clásica. Como él mismo le dijo a Diario Libre, “simplemente vine al mundo con esa agenda de vida”. Más de diez años tiene el hombre en Canadá, donde fue a hacer una maestría en composición y de ahí pa’ lante, el éxito le llegó. En 2017, lo invitaron a ser parte del Canadian Music Centre como Compositor Asociado y luego lo metieron en la Liga de Compositores Canadienses.
Con 20 años en el ruedo, al tipo se le hace difícil saber cuántas piezas ha compuesto. Dice que tiene pilas de trabajos, algunos archivados, y otros que son solo ideas esperando ser desarrolladas. Pero tiene 29 composiciones que él considera parte de sus vainas principales, desde piezas para orquesta hasta música de cámara y coros.
Sobre cuántos trabajos han sido grabados, el tipo dice que es difícil de decir, porque hay más de 30 grabaciones de las que él sabe, incluyendo algunas en vivo y otras en estudio. Su música se escucha en conciertos por Europa, Latinoamérica, Estados Unidos y, claro, en Canadá, donde vive. Desde allá habló con Diario Libre sobre su carrera.
—¿Siempre te inclinaste por la música clásica?
Sí, men, siempre me tiré por ahí. En mi casa y en la de mi abuela materna era lo que se escuchaba. Como digo a veces en chelcha, parece que mis neurotransmisores asimilaron eso rápido, o simplemente vine al mundo con esa agenda de vida.
—¿Cuáles compositores fueron tus referentes?
Han sido de todo tipo y a lo largo de mi crecimiento musical. De algunos me enamoré y luego los dejé. Las influencias se pegan, pero es difícil precisar, porque la historia de la música clásica occidental tiene miles de compositores. En esa lista tengo a Sergei Prokofiev, Olivier Messiaen, Béla Bartók, entre otros. Y claro, los duros como Bach, Beethoven, Mozart o Brahms tienen un espacio especial en mi corazón.
—¿Dónde te formaste?
Hice una licenciatura en la UASD y una maestría en la Universidad de Victoria en Canadá. Pero también he pasado horas estudiando partituras y participando en grupos como el Grupo Música Abierta en Santo Domingo. Mi primera experiencia fuera fue en Venezuela, en un festival de composición.
Cada etapa me ha enseñado a perseverar y a usar lo que tengo a mano. Aprendí tocando, escuchando y analizando música con hambre.
—¿Cuándo empiezas a componer?
Desde que tengo memoria, mi cabeza está llena de música. Ponerla en papel ya es otra historia. Algunas composiciones que han sonado son “Lluvia”, “Piccola Serenata” y “Two moods: Dusk & Carnaval”. Una pieza llamada “Dúo Fantástico” va a estar en un evento en Boston.
—Describe tu viaje musical a Canadá...
Después de co-crear y dirigir un departamento de educación musical en Santo Domingo, me fui pa’ Canadá a hacer una maestría. Me encargaron una cantata que me puso en el mapa, y en 2017 me eligieron para celebrar el bicentenario de Canadá, aunque ese proyecto no se dio, pero igual eso me abrió puertas.
Me invitaron al Canadian Music Centre y después a la Liga de Compositores Canadienses.
—Luego de escribir, ¿cuándo ocurre la magia?
Ver en la vida real lo que he escrito siempre es fascinante. A veces hay que hacer cambios, pero cada detallito cuenta cuando se trata de transmitir lo que tengo en mente.
— ¿Elogio o reto ser definido como uno de los principales contribuyentes de la actual generación dominicana?
Lo veo como un reto.
—¿Escuchas música popular?
¡Claro que sí! No me gusta etiquetar la música. Lo importante es si está bien hecha y si transmite algo.
—¿La musa llega en ese instante de la interpretación?
Lo que más disfruto es cómo los intérpretes le dan vida a la música. Es enriquecedor ver cómo una partitura habla a los músicos. Mi meta es componer música que los intérpretes sientan tanto físicamente como emocionalmente.
—¿Otros territorios que quisieras conquistar?
Pienso que la música llega donde tiene que llegar. La tecnología hace que la música no tenga fronteras.
—¿Sus próximos pasos?
El estreno de ‘Alma Caribeña’ en el Carnegie Hall en 2024/25, y un trabajo nuevo para la Orquesta Sinfónica de Londres. Quiero hacer un festival de música en Victoria y talleres en Quisqueya.
—¿Un escenario soñado?
Más que un escenario, quisiera escribir una obra que plasme todo lo que tengo en mi cabeza y que trascienda.
En 2022, se supo que una grabación de “Dos Emociones: El Anochecer y El Carnaval” salió con Navona Records y se distribuyó digitalmente. En el álbum "Inviting Worlds", sus piezas están junto a las de otros compositores clásicos importantes. Las piezas de Liova fueron interpretadas por la Janácek Philharmonic Ostrava de la República Checa.
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