"Caballo Bepó": filosofía, flow y soledad en el espacio lejísimo

Este es un retrato bacano de la humanidad a través de un corillo que está huyendo de ellos mismos. "Cowboy Bebop", que salió en 1998, es un anime que se convirtió en un manifiesto audiovisual sobre el peso de lo que ya pasó, los sueños que no se dieron y la resignación de lo que no se puede cambiar.

Bajo la dirección de Shinichiro Watanabe y con la música a otro nivel de Yoko Kanno, la serie mezcla ciencia ficción, vaqueros, film noir y jazz con una fluidez que no se ve mucho. Al principio parece un corito de historias sueltas, pero detrás de cada "sesión" hay un retrato emocional que se va destapando hasta llegar a un final trágico que no se puede evitar.

"Cowboy Bebop" no se trata de aventuras espaciales, sino de gente rota buscando algo, o huyendo de todo, en el vasto universo. En el año 2071, la tripulación de la nave Bebop (Spike, Jet, Faye, Ed y el perrito Ein) anda por el sistema solar como cazarrecompensas. Mientras se meten en líos y destapan su pasado, el oscuro lío entre Spike y su enemigo Vicious se convierte en el eje de un desenlace trágico.

Estos personajes no son héroes, son sobrevivientes marcados por la pérdida y el desencanto. Spike Spiegel, un cazarrecompensas carismático con un alma que está en el piso, vive atrapado en los fantasmas de un pasado violento y una historia de amor trágica que lo tiene viviendo sin rumbo. A su lado, Jet Black, expolicía y figura casi como de padre, intenta imponer justicia en un universo sin moral.

Faye Valentine, una víctima del tiempo y la amnesia, se agarra de un cinismo que esconde su vulnerabilidad y desesperación. Radical Edward, una hacker adolescente con una risa que no para, es el retrato de la soledad disfrazada de excentricidad, mientras que Ein, el perro de datos, siempre tiene una mirada silenciosa pero perceptiva al caos humano.

Juntos, este corillo anda por la galaxia en la nave Bebop, emocionalmente desconectados pero obligados a convivir, mientras sus problemas personales no los dejan en paz. "Cowboy Bebop" es, como dijo Watanabe, "un nuevo género por sí mismo". Cada episodio tiene el título de una canción, y la música es una parte esencial de la narrativa. El jazz, especialmente el bebop, no solo marca el ritmo de las persecuciones, sino que es una metáfora de los personajes: improvisados, desordenados, pero profundamente humanos.

Kanno y su banda Seatbelts crearon una banda sonora que no solo acompaña, sino que empuja la emoción de cada escena. Narrativamente, la serie abraza el existencialismo. En "Cowboy Bebop" no hay grandes revelaciones, ni redenciones épicas. El pasado persigue y el futuro es una ilusión. La mayoría de las decisiones terminan en pérdida, no en triunfo.

Aquí se exploran temas como la identidad, la memoria, el arrepentimiento, el aislamiento, el paso del tiempo y el vacío existencial. La música y el silencio se mezclan para reforzar estos momentos. Como en el jazz, lo que no se dice es tan importante como lo que se escucha.

Visualmente, "Cowboy Bebop" es una carta de amor al cine noir, a los vaqueros, al cine de Hong Kong y a la animación experimental. Las calles de Marte, Ganímedes o Callisto te acuerdan al Japón post-industrial, a la América decadente, al sur de Italia y al Bronx neoyorquino. El pasado del cine se filtra constantemente: desde referencias a Bruce Lee hasta guiños a John Woo, Tarantino, los Coen o Stanley Kubrick.

Watanabe, en vez de seguir el género de ciencia ficción tradicional, construyó un mundo donde no hay extraterrestres ni láseres por todos lados. Lo futurista es solo el escenario; lo humano es el centro. En este universo lleno de estaciones espaciales que parecen ciudades de la Tierra, el problema no es la tecnología, sino la condición humana.

"Cowboy Bebop" es considerado uno de los mejores animes de todos los tiempos porque se atrevió a romper reglas, a no complacer y a simplemente hablarle al alma del espectador. Su influencia alcanza a cineastas como Rian Johnson, a series posteriores como "Darker than Black" y a miles de creadores inspirados por su estética, su narrativa y su música.

Tratar de replicarla, como hizo la versión live-action de Netflix, es inútil si se olvida lo más importante: "Cowboy Bebop" no es una serie sobre cazarrecompensas en el espacio. Es una serie sobre personas rotas que viajan sin rumbo en busca de un hogar que tal vez nunca existió.

Y para cerrar, como dicen al final de muchos episodios del anime: "See you, space cowboy...".

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