Oye, compay, mira cómo e’ la cosa con la fruta y la salud. La fructosa, que es el azúcar que traen las frutas, tiene a la gente hablando de si hace daño o no pa’ la salud. En el consultorio, uno siempre oye cosas como: "Doctora, yo no como azúcar, solo frutas". Y aunque eso suena bien, no siempre le hace bien al cuerpo.
El lío es que tu glucosa no sabe si el subidón viene de una galleta de la tienda o de un jugo de naranja recién hecho. La fructosa, que es el azúcar principal de las frutas, se ha estado discutiendo porque puede afectar la salud si se pasa de la raya. Puede ser igual de mala que el azúcar que le echan a todo: sube los triglicéridos, te pone resistente a la insulina y te desajusta el estómago.
Pero hay una diferencia: no e’ igual comerse una manzana que beberse un jugo de tres manzanas sin la fibra y en ayunas. La fruta entera trae fibra, agua y otras cosas buenas que controlan el azúcar en la sangre. Pero si te pasas licuando o exprimiendo frutas, o si comes muchas sin moverte mucho o si tu cuerpo no está funcionando bien, le estás dando un golpe dulce al sistema digestivo, al hígado y a las hormonas.
Unos estudios del grupo PREDICT (Spector et al., 2020) han demostrado que cómo sube el azúcar después de comer varía mucho entre la gente, incluso si comen lo mismo. Y esa variabilidad puede ser mejor para saber si uno corre riesgo de problemas metabólicos o de inflamación que medir el azúcar en ayunas o mirar la hemoglobina glucosilada. Por eso es importante medir el azúcar en tiempo real y ver cómo responde el cuerpo a ciertos alimentos, incluso a las frutas que se supone son "saludables".
¿Entonces vamos a quitar las frutas? ¡Claro que no! Pero hay que dejar de tratarlas como si fueran agua bendita. La cantidad, la hora del día, con qué se comen y la salud de cada persona hacen toda la diferencia. No es lo mismo comerse una banana después de hacer ejercicio que una bandeja de uvas en la noche viendo Netflix.
La educación nutricional del futuro no será de "azúcar buena o mala", sino más bien depende de cada situación. Porque lo que para uno es medicina, para otro puede ser una trampa dulce disfrazada de salud.
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