Oye, mi gente, déjenme contarles cómo fue que el merenguero Rubby Pérez convirtió el sufrimiento en poesía y el amor en un fiestón. El tipo supo cómo agarrar el desamor y hacerlo un coro que todavía retumba en las pistas de baile.
El merengue está de luto, pero suena más fuerte que nunca. En la madrugada del 8 de abril, en lo que debía ser una noche de música y teteo en la famosa discoteca Jet Set, se nos fue una de las voces más poderosas y queridas: Rubby Pérez. Tenía 69 años y más de cuarenta años haciendo que la gente sintiera el merengue en el alma.
El techo se vino abajo, literal y simbólicamente. El techo del Jet Set y el de una era de la música popular dominicana que tuvo en Rubby a su bandera. Más de 200 personas perdieron la vida. La tragedia fue de todos, pero el nombre que más dolió fue el de Rubby, quien en ese momento cantaba "De color de rosa", justo cuando todo se volvió gris.
Rubby, que en verdad se llamaba Roberto Antonio Pérez Herrera, soñaba con ser pelotero. Nació en Haina en 1956 y tenía sus metas altas, como su hermano Neifi, que sí llegó a las Grandes Ligas. Pero un accidente de carro le cambió el rumbo. Su pierna izquierda nunca fue igual. Donde muchos ven un final, Rubby encontró el principio de su leyenda: la música.
Estudió en el Conservatorio Nacional de Santo Domingo, cantó en coros de muchachos, y se preparó como pocos. En los años 80, su vida agarró velocidad cuando se unió a la orquesta de Wilfrido Vargas. Con él, se convirtió en sinónimo de éxitos como "Volveré", "Cobarde", "Las avispas" o "El africano". Pero su voz quería más, y en 1987, Rubby se lanzó como solista. Fue la mejor decisión de su vida.
Rubby Pérez no fue solo un cantante: fue un símbolo. Sabía lo que era perder, caerse y levantarse. Cantaba con el alma de quien ha sentido dolor, pero también con la alegría de quien elige vivir. Su voz no se apagó ni en la tragedia. Murió haciendo lo que amaba, y eso lo hace eterno.
Hoy lo recordamos no solo por sus discos, sino por el calor que dejaba en el escenario. En cada una de sus canciones —desde la poderosa "Cobarde" hasta la melancólica "Buscando tus besos"— late el corazón de un pueblo que aprendió a bailar sus emociones.
Rubby Pérez no está, pero su voz, su risa y su merengue siguen con nosotros. Aquí les dejo 10 canciones para recordar al más grande del merengue:
1. Su himno eterno. La cantó con Wilfrido Vargas y luego la hizo suya como solista. Una joya del merengue romántico.
2. Una descarga de orgullo herido, despecho y pasión. Clásico que no puede faltar en ninguna fiesta.
3. Divertida, atrevida y con una interpretación vocal inolvidable. Merengue puro y sin filtros.
4. Una interpretación llena de melancolía, ternura y rabia contenida. Desgarradora.
5. Un amor imposible que conquistó las radios y los corazones de toda una generación.
6. Pegajosa y poderosa, ideal para bailar con el corazón roto. Uno de sus hits de los 90.
7. Un merengue narrativo y lleno de picardía que se volvió popular por su historia de celos, orgullo y desamor. Otro ejemplo de su versatilidad interpretativa.
8. Su versión tropical del clásico de Los Chunguitos. Pasión, dolor y ritmo en una sola canción.
9. Un merengue lleno de sentimiento, donde Rubby muestra su lado más sensible y emocional.
10. Vibrante y romántica. Combina imágenes poéticas con una base rítmica irresistible.
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