Hace un año y medio del accidente, y todavía el culpable no ha dado cara por los daños y los gastos médicos.
La niña ha tenido que pasar por 13 cirugías y le tuvieron que cortar una pierna. Era el 1 de enero del 2024 cuando Betty María Arias volvía a su casa con su esposo e hija después de celebrar el Año Nuevo con su familia en Bayona, Santo Domingo Oeste. Sin pensar que esa noche todo cambiaría, un joven en una motocicleta a alta velocidad, sin luces y calibrando, los chocó.
La niña, que tenía apenas cuatro años y le faltaba un día para cumplir cinco, fue la más perjudicada por las heridas graves en una de sus piernas, que necesitaron dos amputaciones. Desde entonces, la pequeña ha pasado por 13 cirugías por complicaciones médicas, y todavía le faltan muchos tratamientos y terapias.
Lo más doloroso, dice Betty, ha sido ver a su hija con un daño causado por la imprudencia de otro y el largo proceso judicial en los tribunales para que el responsable pague los gastos médicos y asuma su responsabilidad penal. “Reenvían el caso por cualquier detalle, el abogado del imputado se agarra de cualquier cosa”, expresó con indignación por los constantes aplazamientos de las audiencias.
El Juzgado de Paz de Santo Domingo Oeste dictó contra Luis Eduardo Herrera presentación periódica por seis meses y una garantía vía seguro de 500 mil pesos como parte del proceso penal. Sin embargo, no hay respuesta para los gastos médicos que los tienen ahogados.
El abogado Jorge Melo, defensor de la víctima, cree que se necesitan sanciones más fuertes y una actualización de la ley de tránsito para estos casos, y que el responsable pague los gastos.
A la niña le faltaba hueso y carne en la pierna, así que los médicos tuvieron que amputarla. Meses después, mientras estaba ingresada en el Hospital Pediátrico Robert Reid Cabral, contrajo una infección que obligó a una nueva cirugía y una amputación más extensa.
“Es una niña, ella juega, pero no como antes; ya no le gusta salir, pero al menos ya se comunica con las personas”, contó la madre sobre las secuelas de la tragedia. Ahora la menor tiene seis años y vive entre operaciones, curas y rehabilitación.
Betty cuida de sus dos hijos y trabaja cuando puede limpiando casas para ayudar a cubrir los gastos médicos. Su esposo es chofer, y juntos sobreviven gracias al apoyo de personas solidarias que les ayudan a costear los medicamentos y las operaciones.
“Imagínate lo que es para una madre ver a su hija de cinco años perder la pierna, sufrir una infección, estar entre hospitales, y que encima nadie responda por eso, ni el culpable, ni la justicia”, expresó con dolor.
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